Entonces Chávez, Discúlpame a mí también.
Entonces Chávez, Discúlpame a mí también. (publicado originalmente en Revolucionaldía el 16/01/2012)
Aquel Febrero nefasto del año 2002, quedamos atónitos con la muy elaborada jugada del departamento de estado, en la cual se fraguó y materializó un golpe de estado “preñado de buenas intenciones”, por supuesto, con sus víctimas incluidas.
Víctimas de todo tipo. Los que fueron expuestos como carne de cañón en la llamada “Batalla final de Miraflores” (El nazi-onal), los que valientemente defendieron con Honor Patrio y Revolucionario la Plaza (expresado en términos militares) de Puente Llaguno, los que vieron y vivieron el disociante ataque mediático, los que fueron atacados y apresados por las hordas fascistas (embajadas, ministros, pueblo), el pueblo todo y tu, principal objetivo de la criminal acción.
Cuando digo tú, es porque te depositamos la confianza de nuestro destino y no estamos equivocados cuando vemos al Magnánimo Líder, actuando, hablando, aconsejando, orientando, creando… no dudamos en aseverar que estamos en la presencia del hombre más trascendental de este Siglo XXI , quien levantó la bandera del Bolivarianismo, pero, que no deseamos cometas los mismo errores de nuestro Libertador, sustentado en la vieja reflexión “…detrás de cada traición un perdón y tras este perdón, otra traición…”.
Aquel crucifijo de Febrero, no debe repetirse hoy. Respeto tus estrategias, pero es hora de dar una lección. Cierto, águila no caza moscas, pero porque no se alimenta de ellas. Sin embargo, el día en que una mosca la obstruya, no dudará en sacarla del camino, ya que esa mosca “si puede”, le causará una infección lamentable.
No es la maricori en particular. Se trata de las y los maricori, que pululan en la asamblea, algunas gobernaciones, otro tanto en las alcaldías ¿y por qué no? también en nuestra acera disfrazados de rojo, cuan moscas. Cuan moscas. Cuan moscas.
Deben respetar Hugo, Hugo el paciente, el sabio, el Líder, tienen que morder el polvo del respeto al pueblo, pues recuerda que ellos, no dudaran nunca en apretar el gatillo contra nosotros.
Aquel Febrero nefasto del año 2002, quedamos atónitos con la muy elaborada jugada del departamento de estado, en la cual se fraguó y materializó un golpe de estado “preñado de buenas intenciones”, por supuesto, con sus víctimas incluidas.
Víctimas de todo tipo. Los que fueron expuestos como carne de cañón en la llamada “Batalla final de Miraflores” (El nazi-onal), los que valientemente defendieron con Honor Patrio y Revolucionario la Plaza (expresado en términos militares) de Puente Llaguno, los que vieron y vivieron el disociante ataque mediático, los que fueron atacados y apresados por las hordas fascistas (embajadas, ministros, pueblo), el pueblo todo y tu, principal objetivo de la criminal acción.
Cuando digo tú, es porque te depositamos la confianza de nuestro destino y no estamos equivocados cuando vemos al Magnánimo Líder, actuando, hablando, aconsejando, orientando, creando… no dudamos en aseverar que estamos en la presencia del hombre más trascendental de este Siglo XXI , quien levantó la bandera del Bolivarianismo, pero, que no deseamos cometas los mismo errores de nuestro Libertador, sustentado en la vieja reflexión “…detrás de cada traición un perdón y tras este perdón, otra traición…”.
Aquel crucifijo de Febrero, no debe repetirse hoy. Respeto tus estrategias, pero es hora de dar una lección. Cierto, águila no caza moscas, pero porque no se alimenta de ellas. Sin embargo, el día en que una mosca la obstruya, no dudará en sacarla del camino, ya que esa mosca “si puede”, le causará una infección lamentable.
No es la maricori en particular. Se trata de las y los maricori, que pululan en la asamblea, algunas gobernaciones, otro tanto en las alcaldías ¿y por qué no? también en nuestra acera disfrazados de rojo, cuan moscas. Cuan moscas. Cuan moscas.
Deben respetar Hugo, Hugo el paciente, el sabio, el Líder, tienen que morder el polvo del respeto al pueblo, pues recuerda que ellos, no dudaran nunca en apretar el gatillo contra nosotros.
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