Revolucionario de 8 a 4
Aunque debería, no es una
sorpresa encontrarse con algunos personajes que laboran en las instituciones
públicas del estado, peculiarmente críticos, agudos revisionistas, repetidores
de titulares mediáticos, característicamente poco participativos, regularmente
demandantes de reivindicaciones laborales y además, muy acostumbrados a
acompañar el “…buenos días…” mañanero, con uno de esos chistecitos made in Rendón.
Muy bien vestidos y/o
uniformados, tienen a flor de boca diariamente una perspectiva particular de
los defectos de la revolución, esta, que permite la libertad de expresión a
viva voz como nunca en nuestra historia. Además, poseen un concepto gerencial
otorgado generalmente por “derechos divinos”, incluso, capaz de sugerir como debería
hacer sus funciones el ministro tal o el jefe pascual.
Por supuesto, están muy bien
informados de primera fuente, “…porque lo dijo globovisión o el nazi-onal…”
(solo por citar dos de sus fuentes primarias), y también son expertos
conocedores de las leyes de los trabajadores y sus vigentes beneficios, de cuyas
luchas para lograrlas no fueron participes; aunque consideren que aun los
salarios “…están muy por debajo de lo que realmente me merezco…”.
Eso sí, el humor nunca se pierde,
lo que permisa repetir el chiste de moda contra lo que haga el gobierno
nacional, aunque se note que las bolsitas que usan para mantener su arepita
caliente del desayuno, estén adornadas con las marcas mercal o Pdval.
Ante tanta elocuencia, surge la
inocencia de preguntarles solo una cosa, obvia por lo básica que es ¿después
que sales de aquí, que haces por la revolución?
Es precisamente el momento en que
suena el PIN, el baño llama, o peor aún, Cantinflas toma los cuerpos desde el
más allá. Y Ante el silencio que queda, surgen de dos nuevas preguntas ¿Cómo
llegó este ser aquí? O ¿Quien lo metió?
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