MI CARTA A JESÚS
El nacimiento del Niño Dios suele
traer consigo, además de tradiciones, religiosidad y buenos deseos, un estado
de reflexión en las personas creyentes de estas celebraciones, dejando también de
mi parte, un espacio para extender igualmente mis respetos y saludos a otras
creencias, si las tienen.
Feliz Navidad a los que la celebran y a los que no, también.
En el contexto de las reflexiones
decembrinas, dirijo unas líneas a dos sujetos claves en el quehacer político de
nuestra Patria Nación, como lo es el Pueblo en la Calle y a la vez al Pueblo Gobierno,
dando estas categorías, absolutamente convencido que es el mismo pueblo, solo
que con roles coyunturales de diferente nivel.
La misma gente en diferentes roles.
Comienzo evocando al pueblo de
calle, ese mismo histórico que con cualquier argumento imaginable mandó hace
dos mil y tantos años a crucificar al niño del que venerará su nacimiento en
las próximas horas y que muchos llevan colgado al cuello, sin pasearse por la
idea de lo que debe haber sufrido, al ser claveteado y colgado en una cruz
hasta morir.
Solo digo…
Este recordatorio lo hago con la intención
de criticar el mal hábito de “justificar lo injustificable”, vicio que atenta
contra la existencia, especialmente cuando no hay quien salga a dar la cara
diciendo “Soy Responsable de…”. Porque todos, absolutamente todos sin
excepción, tenemos nuestro grado responsabilidad sobre las cosas sucedidas y es
ahí, justo ahí, donde encontraremos respuesta para mejorar tanto como ser
individual, como ser social.
Pensemos aunque no digamos a alguien ¿Cuál es nuestra culpa?
En cuanto al Pueblo Gobierno, una
recta económica al Camarada Presidente Nicolás
Maduro. Destaco, que nuestro máximo problema no es económico sino
administrativo. Sumando a esto, el imperio seguirá saboteando los precios del
petróleo, lo cual me permite pensar que una medida viable para incluso tener superávit
en Venezuela (aunque no sea por crecimiento económico como tal), se soporta en
el aumento de la Gasolina, que según mi opinión, no debe seguir siendo subsidiada.
Ese subsidio es insostenible e injustificado en tiempos de crisis.
Para argumentar lo expresado,
tomé la cifra citada por Rafael Ramírez ($ 12.500 Millones en subsidio), y coloqué
en relieve el PIB del FMI para Venezuela (solo por poner el peor de los
escenarios) el cual sería de 131.855 Millones de Dólares. Si se calculase a
6,30 Bolívares por Dólar, y tomamos el consumo de gasolina nacional, hablamos
de cifras muy atractivas en cuanto al ingreso neto, con lo cual se soportaría no
menos el 50% del presupuesto nacional del año 2016.
La administración aguas abajo tiene notables filtraciones.
Siendo prioridad mantener un
equilibrio financiero en el cual el ejercicio sostenga la inversiones sin
aumentar la deuda, el impacto sicológico negativo de la eliminación del subsidio
de la gasolina debe ser asumido con firmeza. Por supuesto, acompañando dicha
medida con soluciones alternativas tales como la facilitación crediticia para
la adquisición de los sistemas de gas, mantener el precio de otros derivados,
entre otras, sin crear nuevos subsidios.
La Revolución debe asumir los escenarios implicados.
Insisto en decir que nuestra
situación es más vulnerable en lo administrativo que lo económico, por ello,
los ingresos que generaría una decisión como la sugerida, iría directamente a crear un sólido sistema de
distribución a corto plazo por ser dinero contante y sonante. Además, ya en el mediano
y largo plazo por su naturaleza, el resto de los ingresos dirigido hacia la construcción
definitiva de la soberanía alimentaria.
Dios Padre e Hijo les bendigan a todas y todos.
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