EL PARTIDO DE LOS CORRUPTOS
Vaticinado por Francisco de Miranda al
caracterizar nuestro pueblo por su “bochinche, bochinche y más bochinche”,
rasgo posteriormente convertido en anarquía caudillista, atentando
permanentemente contra Bolívar y las buenas causas políticas de los siglos XIX al XX, hasta mutar actualmente, en la más
vulgar, inhumana y escandalosa corrupción conocida en los últimos años.
Cualquiera puede alegar por la buena
fe, no generalizar ante tan duro juicio de valores, sin embargo, al ver la
cantidad de bachaqueros, comerciantes alcistas, transportistas, reposeros,
enchufados, cuerpos de seguridad, jueces, bancos, contratistas y para rematar,
esta nueva ¿o vieja? extirpe de gerentes públicos tipo “pranes de cuello
blanco”, resulta que son muchos, muchísimos, demasiados.
Esta depravación social, no se
justifica en escusas tales como “fuimos colonizados por tales y pascual”, o la
trillada “los aborígenes eran flojos” y hasta la balurda “todo es culpa de la
Cuarta República”, pues, ya estamos bastante grandecitos para esos cuentos,
siendo un total irrespeto seguir con la antigua premisa romana “al pueblo, pan
y circo”.
Obviamente, ninguno tiene la
exclusividad de la corrupción y aunque tampoco somos todos, dije anteriormente
“son demasiados”, ya que esta enfermedad toca a todas las clases sociales,
sexos, edades, color de piel, trabajo, profesión, religión y también a todos
los partidos políticos, cuestión peligrosa para nuestra democracia estando
infiltrados, parcial o totalmente, los cuales harían un gran favor si se
agrupasen en un solo partido y nombrarlos “Choros Lujosos”, “Tramposos unidos”
o algo parecido.
Por es imperioso, urgente e
inaplazable, evocar nuestros mejores
valores para dar un parado en seco a esta escalada de corrupción y acompañar
solidariamente al valiente Tareck William en su cruzada moral, al Alto Mando de la Revolución Sano y
convocarnos los mejores, para enseñar que los buenos, si somos mayoría.
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