La obstinación, pareciera ser una conducta caracterizadora de los venezolanos ante los escenarios políticos que vivimos, la cual pareciera ser más refleja que racional, aunque existan elementos que inducen decidir coyunturalmente y esto, ha alterado la dirección y el sentido de quienes conducen, de quienes se oponen y en consecuencia, del pueblo. En tal sentido, es absurdo negar el obstinado asedio que tiene nuestro país en muchas y peligrosas formas, entiéndase económica, militar, comunicacional y socialmente (xenofobia), geográficamente rodeados al oeste con un pupilo del narcotráfico, por el sur con un fascista, al este con un peón de la escuela de las Américas y por el norte… Esta realidad, justificaría al obstinado gobierno de algunas imprecisiones pero, si le sumamos ello a la escandalosa ola de corrupción en PDVSA, opositores en cargos claves de la administración pública, la ineptitud e indolencia de gobernantes locales nombrados a dedo, la reiteración de los enrosqu